La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
Del día de los comicios.
Por Manuel Ábrego.
El día de los comicios no se acerca, para
algunos tarda una eternidad, para otros llega de golpe aunque hayan pasado
siglos esperándolo.
La noche anterior, si es usted de los que
dejan todo para la última hora, vea con la mente lo que es el País y lo que
usted quiere que sea. Con un voto consciente usted puede cambiar a la Patria,
que es la que nos interesa que cambie para bien.
La Humanidad no va a cambiar. Su perro lo
seguirá queriendo como siempre, si su cónyuge es fiel, lo seguirá siendo, si es
infiel, lo seguirá cornamentando, no se impresione por las presiones familiares
a la hora de votar y mucho menos por las de los compadres, jefes, amigos y
demás.
No lleve artículos con emblemas de
partidos políticos, y no se sienta comprometido con un partido sólo porque le
dieron un artículo de los mencionados. Hay partidos articuleros que con nuestro
dinero nos dan artículos, así que, cuidado.
Si ocultos en el mercado, un templo,
cualquier local, encuentra gentes que le quieran comprar su credencial de
elector, no se deje deslumbrar. Lo que le den, lo perderá usted cada mes o
incluso cada día, con los aumentos al costo de la vida o con las devaluaciones.
Digámoslo usando palabras como las que usaban
los antiguos, “pollo para ahora, plumas para mañana”. Usted ahora podrá comer
pollo, mañana sus hijos comerán plumas. Razone su voto. Denuncie a los
compradores de credenciales.
Usted como buen ciudadano votará, pero
analice desde antes la forma de hacerlo. Llegue temprano a la casilla, tómese
con anticipación sus medicinas de la presión, diabetes, reumas, pero no las de
la disfunción sexual.
Si es posible, no lleve niñitos muy chicos,
o túrnese con algún familiar para cuidarlos y no tenerlos en la fila. Lleve lo
que necesiten en un caso dado: pañales, biberones, etc.
No se deje espantar por aquellos que le
digan que si no vota por equis partido se acabará el mundo, perderá la
selección Mexicana de Futbol o se acabarán los programas sociales. Tampoco
serán el Apocalipsis ni la Batalla de Armagedón.
Usted es un ciudadano libre, por lógica,
mayor de edad, así que no se vaya con la corriente. Nada de que porque el
maestro, el licenciado, el doctor, el señor Don Genial o la señora Doña
Fregonia votaron por alguien, lo va usted a hacer. Al votar libremente el
elector usa un Derecho y reafirma su libertad.
¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “La elección, pronto llegará, / y yo votaré, tú legislarás”.
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