sábado, 13 de junio de 2015

La piedra en el zapato. De la sociedad dispareja.



La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.
De la sociedad dispareja.
Por Manuel Ábrego.
    La sociedad del ingenio “Tres Valles” con los cañeros es de las más disparejas que puede haber, habida cuenta que sin productores, el ingenio se derrumbaría.
     Hace falta una nueva legislación que haga atractiva para el productor su labor de producir caña de azúcar. El viejo cañero que lea esta breve, o quizá alguno de los nuevos, recordarán que en la liquidación se recibía un pago por concepto de “Mieles y alcoholes”, que hoy ya no llega.
    Se queda para la empresa, como se le queda el bagazo, que son alrededor de setecientos kilos por tonelada de caña entregada, que se usa para generar energía eléctrica la que a su vez beneficia al ingenio, pues le abarata costos.
     Si no por labor social, sí porque vienen años muy electoreros se podría proponer esa legislación, por un lado. Por otro, el Estado Mexicano quizá se pudiera organizar para regular el precio de los agroquímicos para beneficio del cañero.
     Hay más: ahora que tenemos un diputado electo que prometió el oro y el moro para los cañeros, quizá se organizara para investigar el mercado del azúcar, y dejando de lado detalles mercenarios o de corrupción, buscar la forma de que el cañero se viera beneficiado.
   En Tres Valles, la súper tienda ofrece el saco de cincuenta kilos de azúcar a cuatrocientos ochenta pesos, pues de un saco para arriba para ellos ya es mayoreo.
  La súper cadena de tiendas ofrece el kilo a doce pesos, o sea que por envolverlo en una bolsa de plástico ya se ganó dos pesos cuarenta centavos. Multiplique por lo que venden ambas negociaciones, compárelo con lo que gana el cañero y vea si es negocio cultivar la gramínea.
   Los precios mencionados son de un solo mismo día, pueden variar a la alza o a la baja, pero la situación del agricultor siempre va a la baja, y cuando hay subsidios, una parte llega de los que compramos azúcar al menudeo.
     ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “Qué feliz te ves azuquítar, / porque vales más en bolsitas”.

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