jueves, 16 de julio de 2015

La piedra en el zapato. Del exceso de agua.



La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.
Del exceso de agua.
Por Manuel Ábrego.
    Cuando amarraban los perros con longaniza y les tiraban tamales en lugar de piedras, existió en Tres Valles un pequeño sistema hidrológico con canales, zanjas y agua corriente.
   Si el amable lector es de los viejos habitantes de esta ni muy noble ni muy leal ciudad, recordará entre otros los canales que corrían en la esquina de Madero y Aquiles Serdán, en Juárez casi esquina con Gutiérrez Barrios, el de Vicente Guerrero y otros.
      Luego vino el auge, si no económico sí de construcciones, y no faltaron inconscientes, inciviles y demás que obstruyeron parte de los canales con cimientos, paredes y parte de alguna construcción. Disminuyeron los canales y aumentaron los problemas. Llegaron las inundaciones.
   A la fecha por ejemplo, a un lado de la vía del ferrocarril sobre la calle Ruiz Cortínez, hacia el Sur pasando Gutiérrez Barrios, los vecinos esperan sin resignación pero con certeza que las aguas sin control, negras incluso, afecten sus casas, muebles y reumas.
     Por el estilo anda la parte de atrás de la capilla que en un tiempo fue el feudo del cura Gabriel, y que las lenguas vespertinas dicen que es de otro cura sin decir quién. Ojalá al menos por su influencia algún gobierno mejore el lugar.
   Entre Corregidora y la vía, es tan tradicional que el agua invada los hogares, que ya se pide no al ayuntamiento sino al Cielo que no sea tan grande el daño, pues gobiernos se van y gobiernos se vienen, y los paliativos no surten efecto.
     La última administración que trabajó pero realmente en grande fue la de la maestra Helen Fernández López, y de ahí, puras aspirinas cuando hace falta una cirugía mayor.
   Obras Públicas sería bien vista como la salvación de Tres Valles si al autorizar una obra, analizara el posible flujo del agua pluvial, las consecuencias, y lo más difícil, convenciera a quien solicitó el permiso para construir que no interfiera con los canales.
    Bueno, ésa sería la primera parte, pues el punto más duro sería recorrer el área a fin de imaginar los problemas que vendrían en cada temporada de lluvias. El asunto es de difícil solución, primero habría que pavimentar las calles por donde va a entrar el personal de la dependencia.
      Porque si en tiempo seco parece que no caminaran por ahí, pues en tiempo lluvioso… ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “Sabrá Dios, si tú trabajas o me engañas”.

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