La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
De las suplencias.
Por Manuel Ábrego.
Se acerca el plazo fatal en algunos
ayuntamientos en el cual por haber un convenio, el titular de un puesto de
regidor se comprometió a ceder la plaza a su suplente.
En el caso de Tres Valles y algunas
administraciones municipales, los dichos
suplentes de los regidores no siempre han tenido éxito en el convenio.
En el único cuatrienio que se ha completado, el Ing. Andrés Santiago Muñoz
nunca le cedió el lugar a Lino Manzano.
Por el estilo, cuando Adriana Leal fue
alcaldesa, Francisco Felipe Negrete se olvidó del convenio y conchudamente
siguió en el cargo en detrimento de Pioquinto Manzano, como siguió Rudi Guzmán
cuando J. M. Maus y dejó chiflando en la loma a Juan Sarmiento Ramos.
Hoy, los suplentes de los cinco regidores
no son gente representativa, si acaso se ha dicho que el suplente de Lázaro Tomás
Miguel, el contador Florentino José Tomás podría lanzarse como candidato a la
presidencia municipal, con el apoyo de un sector chinanteco del reacomodo del
Poblado Tres.
Y eso si se ponen de acuerdo, pues el
chinanteco es indigenista antes que ser partidario de algún instituto político
y en dicha congregación si algo sobra son mortales que se sienten llamados a
gobernar Tres Valles, por el partido que les haga caso.
De hecho a la ciudadanía los regidores
poco les llaman la atención, pues a la hora de votar se vota por la fórmula
Alcalde – Síndico, y ha habido veces en que son los partidos quienes ponen a
los regidores, o peor aún, los coloca una decisión de la cúpula en Xalapa.
Fue
hace años el caso de Carlos Ortiz Hernández, a quien recomendó para regidor
primero Don Luis Rannauro, padre de crianza de Dante Delgado Rannauro, y entró
a la comuna de Pedro Aguilar Ibáñez, QEPD, en lugar de Isabel Marquina Salomón.
Así pasa cuando sucede, según dicen que
dijo el que lo dijo, y éso desde el principio de los tiempos para no variar. A
ver si a fin de año nos enteramos de si se quedan o se van.
¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “Si te digo que no, tú no vas a votar”.
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