martes, 28 de julio de 2015

La piedra en el zapato. De las suplencias.


La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.

De las suplencias.

Por Manuel Ábrego.

     Se acerca el plazo fatal en algunos ayuntamientos en el cual por haber un convenio, el titular de un puesto de regidor se comprometió a ceder la plaza a su suplente.

    En el caso de Tres Valles y algunas administraciones municipales, los dichos  suplentes de los regidores no siempre han tenido éxito en el convenio. En el único cuatrienio que se ha completado, el Ing. Andrés Santiago Muñoz nunca le cedió el lugar a Lino Manzano.

     Por el estilo, cuando Adriana Leal fue alcaldesa, Francisco Felipe Negrete se olvidó del convenio y conchudamente siguió en el cargo en detrimento de Pioquinto Manzano, como siguió Rudi Guzmán cuando J. M. Maus y dejó chiflando en la loma a Juan Sarmiento Ramos.

      Hoy, los suplentes de los cinco regidores no son gente representativa, si acaso se ha dicho que el suplente de Lázaro Tomás Miguel, el contador Florentino José Tomás podría lanzarse como candidato a la presidencia municipal, con el apoyo de un sector chinanteco del reacomodo del Poblado Tres.

    Y eso si se ponen de acuerdo, pues el chinanteco es indigenista antes que ser partidario de algún instituto político y en dicha congregación si algo sobra son mortales que se sienten llamados a gobernar Tres Valles, por el partido que les haga caso.

       De hecho a la ciudadanía los regidores poco les llaman la atención, pues a la hora de votar se vota por la fórmula Alcalde – Síndico, y ha habido veces en que son los partidos quienes ponen a los regidores, o peor aún, los coloca una decisión de la cúpula en Xalapa.

      Fue hace años el caso de Carlos Ortiz Hernández, a quien recomendó para regidor primero Don Luis Rannauro, padre de crianza de Dante Delgado Rannauro, y entró a la comuna de Pedro Aguilar Ibáñez, QEPD, en lugar de Isabel Marquina Salomón.

     Así pasa cuando sucede, según dicen que dijo el que lo dijo, y éso desde el principio de los tiempos para no variar. A ver si a fin de año nos enteramos de si se quedan o se van.

     ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “Si te digo que no, tú no vas a votar”.

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