La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
De lo improbable.
Por Manuel Ábrego.
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El cartón de Ábrego |
Nos resistimos a creerlo, por improbable,
por increíble, porque el DIF es la cara bonita de todo municipio.
Es el altruismo oficial, aunque sea
electorero a veces. Es la conjunción del Pueblo con necesidades y el Gobierno
con soluciones, de la participación del ciudadano con la coordinación
gubernamental, la dignificación de la mujer, del menor y del senecto, y más si
le buscamos.
Nos resistimos a creer que estén en una
contienda que nada tiene de electoral, pero que ya llegó al grado según las
lenguas viperinas, de que por orden superior le vaciaran el escritorio a Rosita
Serrano de Castillo como la mejor indicación para que se multiplique por cero.
Claro que por otra orden más superior la
reinstalaron en su puesto, pero de ahí a que haya paz. Bueno. Lo peor del caso
es que si ésa es la cara bonita, pues la fea ha de estar peor que pegarle a
Cristo y en Semana Santa.
Nuestro DIF tiene féminas de diferentes
extracciones políticas, entre ellas algunas arco iris, y es el primer motivo
quizá por el que se vean las mismas con el mismo cariño que el águila y la
serpiente.
Desgraciadamente gobernar a un Pueblo o
dirigir un DIF requieren algo más que chistes tipo India María, o trato estilo
campirano, pues en la urbe, sea grande o pequeña, hay profesionistas, gente
pensante, comerciantes en grande, y otros especímenes a quienes hay que tratar
con colmillo político.
Gente es ésa, que confunde la bondad con
el miedo, y la prudencia con el ser pen…dejo en el aire la palabra para no
ofender a nadie. Dicha condición se
acentúa cuando el mandatario municipal transplantó mortales del rancho al
gobierno, o hizo un coctel político en su círculo más cercano.
En esas condiciones, solamente el Eterno
tiene soluciones y quizá sea buen tiempo para invocarlo. Haré lo mismo, para
que tanto el buen Nelson, como la siempre amable Faride, su hija, lleguen con tranquilidad
al fin de su gestión.
¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “Si me das un llegue, / te tengo que dar dos”
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