domingo, 12 de abril de 2015

De los postergados

La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.

Manuel Ábrego.

El cartón de Ábrego
   En los partidos pasa como en el circo o en los concursos de belleza. En los circos nos presentan fenómenos o gente extraordinaria, y entre el público hay más fenómenos o gente extraordinaria que hace mejores acrobacias, por ejemplo.

   En el reciente evento de Nuestra Belleza, había entre el público asistente unas damitas que resaltaban más que las concursantes. Daban ganas de pedir para sus papás el Premio Nobel de Arquitectura. Es más, ahí mismo me hallé una vieja buenísima.

   Hablo por supuesto, de una ancianita que hace oración, da limosnas, visita a los presos y a los enfermos. Evenfladas aparte, decíamos que en la política pasa lo mismo. Afuera quedan los mejores, cuyo único defecto es no estar en la capital del estado en la Corte Real, o al menos en la corte de algún partido.

     Es entonces cuando resultan los postergados, a quienes se toma en cuenta solamente si urge su presencia para relleno en las elecciones. Hay quienes se disciplinan, como Mario Martínez Nava que ahora apoya a Tarek Abdalá, y se ven aquellos que quedan de reserva, así como la gente que representan.

     Los más filosóficos dicen que la política es como la rueda de la fortuna, a veces arriba, a veces abajo, el chiste es no soltarse, se disciplinan y adoran al que les manden. Otros, como el maestro Diego Merino, mandan al Partido a freír tuzas, se exilian y hasta nuevo aviso.

     Y como pasa en todos lados, en el Partido Revolucionario Institucional hay pensadores tresvallenses. Nada más pensadores, porque para decir en voz alta lo que piensan, tienen que ser muy pen…sadores. De repente se les escapa, y a cuidarse de sus pensamientos.

     No faltó quien pensara que si el buen Tarek Abdalá Saad cuando era el encargado de las finanzas del estado fue el dedo chiquito del gobernador, se le hubiera ocurrido en ese entonces poner un ingenio en Nopaltepec, o bien, rehabilitar la flota de barcos escameros y camaroneros de Alvarado.

      Si como tesorero estatal no lo hizo, como diputado va a batallar un poco más, pues el legislador no maneja dinero. Es más, hasta a su pregonado terruño Tres Valles le hubiera traído algo, con el fin de que nuestra juventud y nuestra viejentud no se vayan a  otro lado a buscar la pitanza.


    ¡Atención, alvaradeños! Consulten un diccionario y verán que la pitanza es la comida, no piensen bien. ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “Botellita de jerez…”.

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