La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.
Por Manuel Ábrego.
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El cartón de Ábrego |
Si tenemos devaluaciones de los gobiernos
priístas desde septiembre del setenta y seis con Luis Echeverría, los que son
de mi pelea y las sufrieron, las olvidan con una despensa cada que haya
comicios. De los más jóvenes ni se diga, si olvidan la lección de ayer, con más
razón la devaluación de antier.
Claro, la amnesia despensiva viene
acompañada con los recuerdos que diga el Revolucionario Institucional. Si de
ayer a hoy nos dicen que tal candidato es nuestro vecino desde niño, aunque no
lo conozcamos ni de vista habremos de decir que así es, bajo pena de comprar
nuestra comida.
Y si nos dicen como sucede en el caso de
Tarek Abdalá Saad, que siempre ha vivido en Tres Valles, aunque nunca haya
votado aquí en ninguna elección, lo recordaremos a cambio de avena, aceite,
café en polvo, galletas, papel para limpiar el cutis y demás etcéteras.
Lo anterior, para comer dos días aunque el
resto del año tengamos que comer a la carta. El miembro de la familia que saque
la carta más alta de la baraja, come, los demás lo miran.
Según las ubicaciones de los domicilios
probables del descendiente de extranjeros, debió haber votado en las casillas
4619 ó 4615, pero en viejas listas de electores donde un servidor fue el número
uno, no aparece, pues por orden alfabético debió estar antes que yo.
Al Pueblo de Tres Valles éso no le importa
y lo olvida por una despensa. Es como dijo un viejo priísta, la dignidad no da
de comer. ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de:
“Levantaos hambrientos de Tres Valles, / arriba jarochos sin pan”.
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