miércoles, 6 de mayo de 2015

De los premios.

La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.


Por Manuel Ábrego.

El cartón de Ábrego
   Cuando se hace algo bueno para la casa, es de rigor dirigirse a la esposa y decirle que nos merecemos un premio. Como cada casa es un caso, el premio tiene diferentes presentaciones y muebles para recibirlo.

     En la escuela ganamos premios, también de distintas formas, pero son las recompensas a un esfuerzo. En lo nacional, el presidente Enrique Peña Nieto espera un premio, no indagaremos los méritos. En el caso de Veracruz, el premio sería darle un diputado priísta en cada uno de los veintiún distritos.

     ¿Usted se lo daría? Porque de dárselo, sería sólo para que le siguiera la corriente en cada devaluación, en cada aumento al costo de la vida, en cada acto que favoreciera a los gringos.
   Y en este nuestro Distrito Diecisiete, el candidato tricolor Tarek Abdalá Saad busca convertirse en el premio para Peña Nieto. 

Aunque algunos de sus actos  en público no sean muy legales, él va y se promueve, como en el caso de su presentación en el cambio de Comité en el Sindicato de azucareros.

     Claro, también se apersona en Otatitlán cuando se festeja a una de las tres imágenes de Cristo negro que datan de siglos pasados, aunque sea venciendo el temor de que se le caiga el templo encima a su comitiva.

     Y promete detalles como mejorar los Centros de Salud, trabajo que a él ni  siquiera le correspondería en el remoto caso de llegar a la curul. Repito por enésima vez, necesitamos diputados que no sean un reflejo que no razone del Primer Mandatario.

     Si en vez de ofrecer cosas que no le corresponden y que no hizo cuando se podía, el buen Tarek ofreciera que no va a ser un títere del presidente de la República, empezaríamos a creer que es sincero.


    ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “Necesidad, hasta dónde nos vas a llevar".

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