La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.
Por Manuel Ábrego.
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El cartón de Ábrego |
Cuando se hace algo bueno para la casa, es
de rigor dirigirse a la esposa y decirle que nos merecemos un premio. Como cada
casa es un caso, el premio tiene diferentes presentaciones y muebles para
recibirlo.
En la escuela ganamos premios, también de
distintas formas, pero son las recompensas a un esfuerzo. En lo nacional, el
presidente Enrique Peña Nieto espera un premio, no indagaremos los méritos. En
el caso de Veracruz, el premio sería darle un diputado priísta en cada uno de
los veintiún distritos.
¿Usted se lo daría? Porque de dárselo,
sería sólo para que le siguiera la corriente en cada devaluación, en cada
aumento al costo de la vida, en cada acto que favoreciera a los gringos.
Y en este nuestro Distrito Diecisiete, el
candidato tricolor Tarek Abdalá Saad busca convertirse en el premio para Peña
Nieto.
Aunque algunos de sus actos en
público no sean muy legales, él va y se promueve, como en el caso de su
presentación en el cambio de Comité en el Sindicato de azucareros.
Claro, también se apersona en Otatitlán
cuando se festeja a una de las tres imágenes de Cristo negro que datan de
siglos pasados, aunque sea venciendo el temor de que se le caiga el templo
encima a su comitiva.
Y promete detalles como mejorar los
Centros de Salud, trabajo que a él ni siquiera le correspondería en el remoto caso
de llegar a la curul. Repito por enésima vez, necesitamos diputados que no sean
un reflejo que no razone del Primer Mandatario.
Si en vez de ofrecer cosas que no le
corresponden y que no hizo cuando se podía, el buen Tarek ofreciera que no va a
ser un títere del presidente de la República, empezaríamos a creer que es
sincero.
¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “Necesidad, hasta dónde nos vas a llevar".
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