viernes, 15 de mayo de 2015

De la dádiva de hoy y la devaluación de mañana.

La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.

Por Manuel Ábrego.

El cartón de Ábrego
   Decía bien el buen José Alfredo Jiménez, nada nos han enseñado los años. No aprendemos los habitantes de Tres Valles que las dádivas del Partido Revolucionario Institucional las pagamos nosotros mismos, y todavía se le va a beneficiar con el voto.
   El PRI en lugar de pedir el voto debe de pedir perdón. Desde el tristemente célebre gobierno de Luis Echeverría está devaluando la moneda, atacando el bolsillo de los mexicanos que vivimos a duras penas, y todavía hay mortales que darían su vida por una despensa del tricolor.
     En Los Macuiles, de este municipio, van a aventar treinta viajes de grava y a rehabilitar un salón para que se distraigan los escolares, lo que no hizo el ayuntamiento priístaantes de esta época electoral.
El Verde Ecologista reparte bolsas, playeras y estuches escolares a diestra y siniestra para favorecer al Revolucionario Institucional. Nadie o quizá pocos, tomamos en cuenta que el día de mañana, para cubrir esos gastos y preparar los de las próximas campañas, algo habrá de hacerse.
   Alguna devaluacioncilla, un aumento de la inflación, algo que no perjudique a los jerarcas tricolores y verdosos, pero ataque directamente a la de por sí pobre economía de las clases media y baja.
     Y el candidato Tarek Abdalá Saad, ofreciendo logros locales, distritales, en lugar de prometer que desde una curul en el remoto caso de que llegara a diputado, evitará que el presidente de la República haga caso a banqueros y gringos que pidan, exijan una devaluación perjudicial para los mexicanos.
     Pero en fin, no hay peor ciego que el que no quiere ver, y en tierra de ciegos el tuerto es rey. Y como los ciegos no lo ven, puede decirles que ahí nació y ha vivido, y que apenas acaba de aprender a hablar, por éso no lo reconocen por la voz. Y por una despensa, se lo van a creer.

   ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “No soy de aquí, ni soy de allá, / pero te veo con el corazón”.

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