La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
Por Manuel Ábrego.
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El cartón de Ábrego |
De la Piedra en el zapato para sus
favorecedores y amigos: no me manden noticias sin confirmar o por rencor contra
otros, por favor.
No me alcé en armas por cinco pesos cuando
sacaba los periódicos. A la venta, por supuesto, menos ahora que escribo casi
gratis. Así que por favor, please, per favore, bittë, s’ilvousplait, confirme
su nota. Nada de que hay despensas en la oficina del secretario o de la
síndica, sólo por hablar.
Nada de que hay rastros no registrados en
Los Naranjos o el PobladoTres. Luego salen que
Molina, del Principio o Del fin. ¿Del fin de dónde? ¿Del fin del mundo,
Del fin de Veracruz, Del fin de Tres Valles o Del fin de Los Naranjos?
Especifiquen.
Por favor, no quiero saber
sin pruebas acerca de que un regidor tiene una compañía constructora que
trabaja para el ayuntamiento, o que tiene una pipa rentada al medio oficial.
Demuéstrenme que es cierto que cuando
llegaron a Tres Valles aquellos primeros sirio libaneses sentían que ellos eran
la raza escogida y que veían a los mexicanos como inferiores, a pesar de que
algunos arribaron con una mano adelante y otra atrás.
Por cierto, aún vive una dama que cuando
su abuelo libanés conoció a su novio de aquel entonces, un chamaco oaxacón, le
dijo, según ella afirma, que “los hombres se escogen como los caballos”. Hago a
un lado la historia y me adentro en la modernidad.
Y para aquellos que preguntan cómo es la
Piedra que está en el zapato, ya platicaremos. Basta con decir que ya el Divino
Maestro habló hace siglos de sus antepasadas, cuando mencionó las piedras de
escándalo.
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