jueves, 7 de mayo de 2015

De las peticiones.

La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.

Por Manuel Ábrego.

El cartón de Ábrego
    De la Piedra en el zapato para sus favorecedores y amigos: no me manden noticias sin confirmar o por rencor contra otros, por favor.

     No me alcé en armas por cinco pesos cuando sacaba los periódicos. A la venta, por supuesto, menos ahora que escribo casi gratis. Así que por favor, please, per favore, bittë, s’ilvousplait, confirme su nota. Nada de que hay despensas en la oficina del secretario o de la síndica, sólo por hablar.

    Nada de que hay rastros no registrados en Los Naranjos o el PobladoTres. Luego salen que  Molina, del Principio o Del fin. ¿Del fin de dónde? ¿Del fin del mundo, Del fin de Veracruz, Del fin de Tres Valles o Del fin de Los Naranjos? Especifiquen.

Por favor, no quiero saber sin pruebas acerca de que un regidor tiene una compañía constructora que trabaja para el ayuntamiento, o que tiene una pipa rentada al medio oficial.
     Demuéstrenme que es cierto que cuando llegaron a Tres Valles aquellos primeros sirio libaneses sentían que ellos eran la raza escogida y que veían a los mexicanos como inferiores, a pesar de que algunos arribaron con una mano adelante y otra atrás.

     Por cierto, aún vive una dama que cuando su abuelo libanés conoció a su novio de aquel entonces, un chamaco oaxacón, le dijo, según ella afirma, que “los hombres se escogen como los caballos”. Hago a un lado la historia y me adentro en la modernidad.

     Y para aquellos que preguntan cómo es la Piedra que está en el zapato, ya platicaremos. Basta con decir que ya el Divino Maestro habló hace siglos de sus antepasadas, cuando mencionó las piedras de escándalo.


     ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “Piedra envenenada, / salte de mi casa”.

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