Por Manuel Ábrego.
De la vía a Los Naranjos.
La
población más antigua del municipio, Los Naranjos, está en México, en el estado
de Veracruz. Si estuviera en Estados
Unidos, aunque fuera cerca de Falfurrias, Texas, sus accesos tuvieran más de
cien años pavimentados y mantenimiento constante.
Pero está en este Tres Valles, y después de
que por gestiones de Alberto Ocampo, Lauro Delfín y otros insignes naranjenses
PEMEX le construyera una vía de acceso decente, solo ha recibido parches, más
que la Constitución. La Constitución de la Nueva España, aclaro.
Lo curioso del caso, es que en esta
administración municipal ya parcharon los parches que pusieron originalmente,
lo que nos lleva a pensar que si llega a llover en la época de lluvias, va a
haber que parchar los segundos parches. Y tanta parchadera no se ve ni en el
callejón de Altamirano.
Ya en
tiempos de Fidel Herrera Beltrán se rehabilitó dicha vía que va de la carretera federal a Los
Naranjos, y últimamente el actual gobernador Lic. Javier Duarte De Ochoa
inauguró un tramito de la Colonia Independencia al Crucero. Y ya.
Los que si hacen
Quizá
no debiéramos extrañarnos, pues algunos agentes municipales en su puesto
pequeño, han hecho por su congregación más que el ayuntamiento que hoy nos
rige, el cual por cierto tiene una pequeña ventaja, pues tanto en el Gobierno
Federal como en el estatal hay un titular priísta. Sin embargo eso no está siendo aprovechado
Ojalá se le preste atención a esa importante
y destrozada vía, la cual a diario recorre el presidente municipal acompañado
de su alegre escolta, y al menos se gestione ante PEMEX otra reparación,
proceso cada día más difícil, pues la paraestatal no suelta ya los recursos tan
fácilmente.
Así no pasará lo que a la carretera que va de
Mata Espino a Piedras Negras, la cual al retirarse PEMEX de la zona, quedó más
desgraciada que un político sin billetes.
Por el mismo estilo anda la de Loma San Juan a Los
Naranjos, cuya triste condición se resiente especialmente cuando hay que
transportar a un paciente grave. ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de “quince o veinte parches tiene mi camino, hacia Los Naranjos”.
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