jueves, 5 de marzo de 2015

La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.


Por Manuel Ábrego.


De la vía a Los Naranjos.



La población más antigua del municipio, Los Naranjos, está en México, en el estado de Veracruz.  Si estuviera en Estados Unidos, aunque fuera cerca de Falfurrias, Texas, sus accesos tuvieran más de cien años pavimentados y mantenimiento constante.

Pero está en este Tres Valles, y después de que por gestiones de Alberto Ocampo, Lauro Delfín y otros insignes naranjenses PEMEX le construyera una vía de acceso decente, solo ha recibido parches, más que la Constitución. La Constitución de la Nueva España, aclaro.

Lo curioso del caso, es que en esta administración municipal ya parcharon los parches que pusieron originalmente, lo que nos lleva a pensar que si llega a llover en la época de lluvias, va a haber que parchar los segundos parches. Y tanta parchadera no se ve ni en el callejón de Altamirano.


 Ya en tiempos de Fidel Herrera Beltrán se rehabilitó  dicha vía que va de la carretera federal a Los Naranjos, y últimamente el actual gobernador Lic. Javier Duarte De Ochoa inauguró un tramito de la Colonia Independencia al Crucero. Y ya.

Los que si hacen


Quizá no debiéramos extrañarnos, pues algunos agentes municipales en su puesto pequeño, han hecho por su congregación más que el ayuntamiento que hoy nos rige, el cual por cierto tiene una pequeña ventaja, pues tanto en el Gobierno Federal como en el estatal hay un titular priísta.  Sin embargo eso no está siendo aprovechado

Ojalá se le preste atención a esa importante y destrozada vía, la cual a diario recorre el presidente municipal acompañado de su alegre escolta, y al menos se gestione ante PEMEX otra reparación, proceso cada día más difícil, pues la paraestatal no suelta ya los recursos tan fácilmente.

Así no pasará lo que a la carretera que va de Mata Espino a Piedras Negras, la cual al retirarse PEMEX de la zona, quedó más desgraciada que un político sin billetes.


Por el mismo  estilo anda la de Loma San Juan a Los Naranjos, cuya triste condición se resiente especialmente cuando hay que transportar a un paciente grave. ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de “quince o veinte parches tiene mi camino, hacia Los Naranjos”.

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