La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
De la intervención divina.
Por Manuel Ábrego.
Una noche, casi al inicio de una pelea de
box, uno de los contendientes se persignó. A un lado del ring estaba un cura, y
uno de los espectadores le preguntó si dicha devoción le serviría de algo, a lo
que el religioso contestó: “Si sabe tirar golpes, sí, y si no, pues no.”
Lo anterior viene a cuento porque recordamos que cuando la actual comuna
tomó posesión, sin que nadie lo llamara, casi como una aparición, llegó el cura
Gelasio y les bendijo. Como hoy no puse
caricatura, pongo las fotos de dicha intervención clerical extraídas de mi
archivo.
Aparentemente fue el efecto contrario,
pues para que algunos ediles, funcionarios e incluso empleados atiendan a la
ciudadanía como debe de ser, hace falta ya no una bendición, sino un exorcismo.
Si usted se encuentra en algún sitio del
Palacio al regidor indígena Lázaro Tomás Miguel, y le quiere tratar algún
asunto, más vale que tenga usted buena condición física para hablar y caminar
al mismo tiempo, pues dicho edil no se detendrá para atenderlo, seguirá
caminando.
No nos debería extrañar dada su extracción
indígena, pero quienes vimos a su hermano Margarito cuando fue regidor y nos
recibía de la más atenta de las formas, sentimos que es verdad el dicho que
dice de las de acá que “no todos los dedos de la mano son iguales”.
Ojalá su sobrino y suplente si llega, sea
mejor. Quizá no sea de extrañar en un maestro, ya que a una mayoría de ellos
les queda el síndrome de tratar a los demás como si fueran sus alumnos. Por lo
consiguiente andan algunos empleados.
En una ocasión, un amigo falleció en la
soledad, lo encontramos hasta los cuatro días, por lo que urgía sepultarlo a la
voz de ya, tan pronto retornara de la necropsia. Fuimos a ver al regidor
quinto, de panteones, para que diera un permiso provisional para abrir la
última vivienda en el depósito de calcio.
No estaba, por lo que nos recibió un
burócrata sindicalizado, a quien le pedimos orientación. Insistiendo en que si
no le decíamos a él poco se podría hacer, a fuerza quería saber todos los
pormenores y no nos orientaba. Ante tal conducta, lo ignoramos y fuimos al
Registro Civil.
La titular, Lic. Juanita Herrera nos
atendió de maravilla al igual que Leticia Sánchez Cano, y todo se resolvió.
Otro caso: en esta administración priísta, parece que a algunas empleadas las destetaron con chiles en vinagre, pues
reciben al extraño con una cara que espantaría a Satanás.
Ojalá tuvieran el carácter de Rosita
Serrano de Castillo, quien en su puesto a la entrada de la Sindicatura atiende
con una sonrisa, a diferencia de una de sus compañeras que no levanta la cara
del celular y que recibe con expresión de solterona prehistórica.
Agradecemos al secretario municipal Antonio
Herrera Peña que nos haya negado un minuto que le pedimos. Alegó, y se le veía
además, que estaba enfermo de
chikungunya, agravada por toda un mañana recibiendo mortales y peticionarios.
Según nos dijo el Dr. Díaz Rodríguez, tarda
una semana, así que insistiremos el próximo jueves. Como hoy, sólo para
saludarlo, nada le pediremos. Dios salve al ayuntamiento, porque los humanos,
no creo.
¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “Señor, ayúdalos Dios mío, / porque otro
ayuntamiento no tengo a disposición”.
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