La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
De la venida más grande.
Por Manuel Ábrego.
Corre el año dos mil cuarenta, y un
arrastrado de los del alcalde le llega con la noticia de que en el Parque
Miguel Hidalgo se acaba de dar la venida más grande: vino a la Tierra nuestro
Señor Jesucristo, junto con San Pedro.
Han colocado una carpa por aquello del
fuerte sol, y por esa causa llega el director de Comercio a cobrar el piso,
seguido del de Protección Civil, por lo de los movimientos socioeconómicos, y
por un regidor que está dispuesto a conseguirles documentos mexicanos
directamente del Registro Civil.
Despiden a los dos últimos, pero al de
Comercio ni quien lo quite sin cobrar.
-Pedro, me han dicho que
en Veracruz hay muchos peces gordos, pesca uno, le hallarás dinero, y al igual
que en el Evangelio toma de ahí y pagas el piso.
-¡Ay,
Maestro!, sólo que me traiga al gobernador o a los libaneses para que pesquen
peces gordos, y ten en cuenta que aquí no es Genezaret, el río más cercano está
a quince kilómetros. Laguna Verde está más cerca, pero ahí solamente se pescan
peces momificados, a menos que hagas un milagro.
-Ahí enfrente está el Templo de Cristo Rey,
cóbrale al párroco los Derechos de Autor por usar mi nombre, y que no te salga
que quiere una identificación, pues Juan el Bautista no daba Fé de Bautismo.
- Ahí está el mal, Maestro, no es judío
para que lo convenzas con tu palabra o con un milagro, es jarocho, y además
tiene el dicho de que “pobre del buitre que agarra y suelta”. Y ya me dio
hambre, por favor, multiplica el pan.
Ya habían bajado y estaban cerca algunos
funcionarios priístas oyendo, y de inmediato mandaron por la policía, pues en
su concepto, lo que había que multiplicar es el PRI y no el PAN, lo que
calificaron de competencia desleal.
-Mi Reino no es de este mundo -, dijo
mientras se elevaba jalando a San Pedro, en tanto que los tricolores pedían que
se le crucificara, el cura traía dos cruces que tenía para casos de emergencia,
y unos de MORENA que llegaron muy tarde le gritaban que mandara al Iscariote
para afiliarlo.
¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “Los del Cielo se fueron ya, / y Comercio se quedó
sin cobrar”.
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