La piedra en el
zapato, azote de huleras y culebros.
De Veracruz y
Veracruz.
Por Manuel
Ábrego.
Así como hay Colima estado y Colima
ciudad, Durango estado y Durango ciudad, hay Veracruz estado y Veracruz ciudad
y además, puerto.
Es por eso que cuando el gobernador Javier
Duarte de Ochoa afirma que Veracruz está seguro, hay que pedirle que distinga
entre estado y ciudad, ya que en el puerto se ve algo de ambas fuerzas, la
Pública y las Armadas, o sea las diferentes policías por un lado, el Ejército y
la Marina por el otro.
Hay
seguridad, o a lo mejor de verdad ahí no pasa nada, y si pasa algo o mucho
podría ser que de tan frecuente ya ni lo informen, sobre todo para no espantar
a los turistas. Como todo mundo sabe, turista espantado, dinero evaporado.
El problema es que en el Veracruz estado, que
no visitan por completo los turistas, ambas, la Fuerza Pública y las Fuerzas Armadas
sólo son dueñas del terreno que pisan, como les pasó a los franceses cuando la
Intervención, y a los gringos cuando la Expedición Punitiva.
Lo malo del asunto es que el terreno que
abarcan dos zapatos o cuatro llantas no es gran cosa como para decir que hay un
control. Alguna vez un servidor fue al añorado programa de televisión “Picardía
Mexicana”, y el conductor veracruzano René Casados no sabía dónde estaba Tres
Valles.
Hoy, Tres Valles brincó a la fama,
tristemente por los hechos delictivos, y si tomamos en cuenta que es parte del
estado de Veracruz, pues este pedacito del estado no es seguro.
O dicho de otra forma, para decir que
nuestra entidad federativa llamada Veracruz es segura, tiene que haber
seguridad al ciento por ciento. Y para afirmar que es insegura, con un uno por
ciento basta. Lo que desmiente los conceptos vertidos acerca de la tranquilidad,
aunque vengan de muy alto.
“¡En la torre”, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “Veracruz, rinconcito donde hacen más ruido las
fuerzas del mal. / Veracruz, pedacito de Patria al que sólo le queda rezar”.
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