La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
De la condición de único.
Por Manuel Ábrego.
Ser único no es cualquier condición, es muy
especial y a veces satisfactorio.
Por ejemplo ser hijo único
es satisfactorio para algunos mortales cuando la herencia paterna es solamente
para ellos. Ser cónyuge único es especial para yo, tú, él, nosotros, vosotros y
ellos. Si fuera Vicente Fox diría “y ellas”.
Si bien es especial ser único habitante
de una región, no siempre es algo satisfactorio, y en cambio ser único
prestador de servicios o comerciante en lo que sea pero sin competencia, puede
ser especial y satisfactorio. Y existen los sindicatos únicos.
Practicantes del Derecho Laboral a quienes
les escurre el cerebro, nos han comentado que la palabra “único”, adherida al
nombre de una organización sindical no tiene más alcance legal que formar parte
del nombre con el cual se registró la misma. Nada más.
Ni sirve como impedimento legal para
evitar que se forme otro sindicato con
trabajadores del mismo patrón siempre que junten la cantidad escrita en la Ley,
ni garantiza que al llegar nuevos trabajadores a la misma fuente de trabajo se
afilien al “único” habiendo ya otro.
Hay
derecho a escoger, y está demostrado que los únicos que se van con la finta de
la palabra “único” son aquellos cuyas características hacen verso con
“conejos”.
En el Ayuntamiento del hermano municipio
de Tierra Blanca coexisten dos sindicatos; en la Universidad Veracruzana tres;
en CAEV Tres Valles hay dos; y sobran ejemplos.
En la Educación, operan en el municipio
seis sindicatos magisteriales, de los cuales ninguno presume de único. Hay uno,
aparte de los dichos, que usa la mencionada palabra, el SUTCECYTEV.
No siempre ha sido bien recibido el nacimiento
de una nueva agrupación sindical, y ya se vio hace años en la papelera local,
que hizo todo lo que pudo ayudada por el sindicato original para que no
prosperara el intento, incluso despidiendo a los disidentes.
Incluso una vez los empleados de confianza
se quisieron agremiar. A la calle los iniciadores de la idea. Respecto a los sindicalizados
disidentes del ejemplo mencionado antes, se les despidió por el simple hecho de
serlo.
Con
el paso del tiempo, se les dio entrada de manera ficticia a la empresa, en una
simulación de reingreso que nunca fue efectiva, hasta que los cansaron o Dios
llamó a algunos a Su casa.
En el Ayuntamiento de este Tres Valles, ya
se dio un intento similar que se desbarató desde Xalapa, pacíficamente. En
otros casos y lugares se ha usado lo que podríamos llamar terrorismo sindical,
consistente en hacerle la vida imposible al disidente, en ocasiones con la
aceptación y ayuda del patrón.
Hace años, por ejemplo, en las Condiciones
Generales de Trabajo entre el Sindicato y la entonces empresa MEXPAPE, se
especificaba que al trabajador expulsado del Sindicato, la empresa no le contrataría
como personal de confianza.
El terrorismo sindical tiene muchas
presentaciones, todas humillantes, y desde luego, hace lo posible por
extenderlas a otras organizaciones o a las empresas del ramo, a fin de que al
trabajador disidente no se le dé trabajo, o se le limite el tiempo de
contratación, o algo similar.
El sindicalismo en Tres Valles no ha
alcanzado en ninguna empresa el nivel al que ha llegado en otros lugares, en parte
por la situación que prevalece en el País, la necesidad en dos de tantas de sus
presentaciones: la de comer o la de conservar una posición social con bienes
materiales.
De ahí que el terrorismo sindical tenga en
Veracruz y nuestro municipio un terreno fértil para desarrollarse y practicarse,
pues un promedio reducido de los trabajadores de la entidad se arriesgarán a
perder su empleo por estar en un movimiento que lleve a la creación de otro
sindicato.
¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “Terror, cuando tu sientas terror, / verás de color
negro los colores. / Habrá hiel en todos los sabores, / y terror en todo lo que
es de honor”.
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