martes, 14 de marzo de 2017

La piedra en el zapato. De los idóneos.



La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.
De los idóneos.
Por Manuel Ábrego.
    Algo tienen en común los cuatro candidatos excelentes y los otros que aspiran a suceder a Marcos Cano Ramos: que aún teniendo todas las cualidades, necesitan gente que les acarree votos.
     No gente común y corriente, como este servidor, sino líderes, aunque no sean dirigentes que no es lo mismo un dirigente que un líder. Un candidato podrá incluso tener experiencia, intuición, un buen padrino, pero si no tiene acarreadores de votos, será como una buena cocinera con mala licuadora.
      Pues como todos sabemos, con una licuadora defectuosa a la mejor cocinera se le va el chile entero. Las posibilidades de triunfo para un buen  candidato, podrían medirse por su equipo, entre los que sobresalen los jaladores. De votantes, por supuesto, no de parranda.
     Porque durante la campaña, de nada sirve que presente buenos doctores, licenciados, maestros, si no gana. Debe ostentar una planilla con prospectos edilicios inmejorables, que influirá en el electorado pero no tanto como los que convencen a la población de emitir su voto por su candidato.
     Podríamos escribir que también cuenta la persona del candidato, tanto sus virtudes morales como cívicas, su trayectoria ciudadana, sus aportaciones a la comunidad, pero si lo escribimos lo primero que va a decir el Pueblo es que dónde halla a esas personas, y que a lo mejor están en proceso de extinción.
     Cualquier mortal se desenvuelve en diferentes ámbitos: como ciudadano; chofer; deportista; votante; partidario; religioso; practicante de una carrera, profesión, técnica o trabajo; bebedor; contratista, y siga usted con la lista.
    O sea que para encontrar a un cuate perfecto le cuelga, y hay candidatos muy difíciles de vender para el electorado, de lo cual podría deducirse que uno o dos de ellos solamente quieren medrar, dándose una importancia que no tienen, fingiéndose acreedores políticos no de un partido sino del Pueblo.
     Ahí es donde entran quienes consiguen votos, y es el Pueblo quien tiene la decisión. ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “Y la elección, pronto llegará, / yo te hablaré y tú votarás”.

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