La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
De los idóneos.
Por Manuel Ábrego.
Algo tienen en común los cuatro candidatos
excelentes y los otros que aspiran a suceder a Marcos Cano Ramos: que aún
teniendo todas las cualidades, necesitan gente que les acarree votos.
No gente común y corriente, como este
servidor, sino líderes, aunque no sean dirigentes que no es lo mismo un
dirigente que un líder. Un candidato podrá incluso tener experiencia,
intuición, un buen padrino, pero si no tiene acarreadores de votos, será como
una buena cocinera con mala licuadora.
Pues como todos sabemos, con una
licuadora defectuosa a la mejor cocinera se le va el chile entero. Las
posibilidades de triunfo para un buen
candidato, podrían medirse por su equipo, entre los que sobresalen los
jaladores. De votantes, por supuesto, no de parranda.
Porque
durante la campaña, de nada sirve que presente buenos doctores, licenciados,
maestros, si no gana. Debe ostentar una planilla con prospectos edilicios
inmejorables, que influirá en el electorado pero no tanto como los que
convencen a la población de emitir su voto por su candidato.
Podríamos escribir que también cuenta la
persona del candidato, tanto sus virtudes morales como cívicas, su trayectoria
ciudadana, sus aportaciones a la comunidad, pero si lo escribimos lo primero
que va a decir el Pueblo es que dónde halla a esas personas, y que a lo mejor
están en proceso de extinción.
Cualquier mortal se desenvuelve en
diferentes ámbitos: como ciudadano; chofer; deportista; votante; partidario;
religioso; practicante de una carrera, profesión, técnica o trabajo; bebedor;
contratista, y siga usted con la lista.
O sea que para encontrar a un cuate
perfecto le cuelga, y hay candidatos muy difíciles de vender para el
electorado, de lo cual podría deducirse que uno o dos de ellos solamente quieren
medrar, dándose una importancia que no tienen, fingiéndose acreedores políticos
no de un partido sino del Pueblo.
Ahí es donde entran quienes consiguen
votos, y es el Pueblo quien tiene la decisión. ¡En la torre!, dijo el buitre y
siguió bailando, pero al ritmo de: “Y la elección, pronto llegará, / yo te
hablaré y tú votarás”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario