jueves, 15 de octubre de 2015

La piedra en el zapato. De la tiranía veracruzana.



La piedra en el zapato, azote de huleras y culebros.
De la tiranía veracruzana.
Por Manuel Ábrego.
   La tiranía veracruzana multa con impuestos a los que quieren vivir de forma decente.
     Los impuestos priístas en la Legislatura trabajaron y nos aumentaron los impuestos. A nosotros, ya sea tresvallenses avecindados o nativos, nos pegaron los votos de dos de los más finos productos que el PRI nos ha dado: Juan René Chiunti y Marcela Aguilera Landeta.
    Claro que lo anterior no evitará que los devotos de la gorra sigan votando por el tricolor. Bueno, de la gorra, la playera, el paraguas y siga usted con la cuenta. El otro fino producto del Revolucionario, el gobernador Duarte, aún se aventó a decir que el aumento es menos de lo que cuesta un chicle.
   La locura, ni más ni menos, llevada a su máxima manifestación, la de querer recuperar dinero exprimiendo a quienes invirtieron para que Veracruz sea un poco más grande que otros estados y que en otros días. La dictadura ni más ni menos: “Pagas porque lo mando yo, y ya”.
    Para los entes que recaudan impuestos, una empresa es una empresa, ya sea que tenga uno o miles de empleados, y cada empleado contratado es un motivo de pagar el tres por ciento a la nómina.
   No hay empresario de cualquier tamaño que sea un filántropo, todos ponen un negocio para ganar y vivir más que confortablemente, si bien hay entre ellos los gana dineros y hay quienes ahí la van pasando.
    A todos les pegan los impuestos federales, y el ahora tristemente célebre tres por ciento a la nómina, estatal. Si el salario mínimo es de setenta pesos, dos pesos diez centavos representan el nuevo impuesto.
    Por siete días, serán catorce setenta por empleado. Un patrón que tenga cinco trabajadores pagará setenta y tres pesos con cincuenta centavos por semana. En Veracruz hay miles de empleadores que tienen muchos más que cinco empleados. En Tres Valles son pocos, pero existen.
    La cadena de tiendas, el Ayuntamiento, centros comerciales, gasolineras, la papelera, el ingenio. Además, estamos hablando de personas que ganan el salario mínimo, pero no son todos, hay afortunados con más sueldo.
    De por sí ayuntamientos como el de Tres Valles están al borde del colapso, ahora con ese aumentillo poco va a faltar para que los empleados que les toca trabajar su quincena salgan a botear para tener su salario. Y son capaces de hacerlo en horas hábiles.
   Los empresarios no van a perder, el dinero aumentado saldrá de sus colaboradores o de sus clientes, pues un gran empresario que se respete tiene a su mando un equipazo de contadores y licenciados en administración de empresas que le resolverán quién absorba el nuevo impuesto.
    Lo seguro es que lo pagará el Pueblo, sea el Pueblo - cliente o sea el Pueblo - empleado. No sería remoto que el buen Duarte ya esté pensando en cobrar como Antonio López de Santa Anna, veracruzano también, por los perros, puertas y ventanas.
   Así que veríamos en Veracruz el ISPT, Impuesto Sobre Perros Trotacalles; el IVA, Impuesto a Ventanas Abiertas o el ISRP, Impuesto Sobre Rendijas en Paredes.
   ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “Soy Napoleón, soy dictador, / aumento impuestos, me ayuda el tricolor”.

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