La piedrita en el
zapatito.
De gente y partidos.
Por Manuel Ábrego.
Los Partidos políticos, como todas las
instituciones, son personas morales y de ahí no pasarían si no fuera por la
gente, que es su esqueleto.
De ahí que la gente haga por ganar una
contienda electoral, pues las personas morales no comen, pero el esqueleto sí,
además de que necesita carro, desodorantes, toallas íntimas, muebles, pagar
agua, luz y predial, y demás etcéteras, entre los que se cuenta el poder.
Aunque por los cambios en la gubernatura,
entre otras circunstancias, no podemos augurar que se darán con todo los tres
grandes, sí nos atrevemos a escribir que esta será la madrastra de todas las
contiendas, pues en todos los Partidos hay hijos adoptivos.
En cambio, los Partidos chicos están
como las Fuerzas Armadas que aquí patrullan Tres Valles, solo controlan el
terreno que pisan. Tan pronto como sus promotores salen de alguna casa donde
les ofrecieron apoyo, lo menos que se escucha son risitas de admiración y de
compasión, combinadas.
En todos los equipos hay miembros. O
sea, integrantes, que son unos solemnes desconocidos, otros ya estuvieron en el
servicio Público con resultados diferentes, en todos hay buscachambas, en todos
hay pocos con verdaderas ganas de servir al Pueblo.
Otros
piensan que ellos son el Pueblo, y deben de servirse. Parte de ellos ya
probaron las mieles de un trabajo en el Ayuntamiento y saben que no es lo mismo
andar día y noche camellándole en las calles para una ganancia exigua e incierta,
a veces con un jefe exigente, que de nueve a quince horas.
Y por supuesto de lunes a viernes, con el
salario seguro a fin de quincena, con un jefe que ni exige ni ve el trabajo
como si fuera suyo, en la mayor parte de los casos, además de la impunidad o de
una ganancia extra, y de la infantil pero perversa satisfacción de presionar al
ciudadano que no labora en Palacio.
No faltan quienes tienen un comercio, un
taller o cualquier negocio por fuera, el que pueden atender en su tiempo libre
e incluso en el de trabajo, hay madres solteras que por lógica le tienen que
buscar, y detalles de admirarse, hay quienes vayan por el poder.
No van por el poder como herramienta para
servir, sino como un fin, basados en la definición que dice de las de acá, que
“El poder es una influencia, que permite al que la tiene que otros hagan lo que
esa persona quiera”.
Pero como dicen que dijo el que lo dijo,
así pasa cuando sucede, y éso desde el principio de los tiempos, para no
variar, pues no ha habido alguna administración municipal que se salve de lo
dicho, del partido que sea, lo cual siempre a la larga nos deja con la idea de
que regamos la calzada al elegir.
Aún así, hay ventajas, pues el Pueblo está
más maduro que en otros años, y al mirar
en el grupo de cada candidato a los que hacen campaña, se puede ver en qué
puesto podría quedar cada uno, pues para trabajar en Palacio es muy necesario
haber gritado a favor del prospecto, y no la capacidad.
Y se han dado casos dignos de considerarse,
como el de la señora que gritó en campaña a favor del ganador, pero pidió
trabajo para su marido, no para ella. O el de los parientes que hicieron
campaña, uno en un partido y otro en otro. Aclaro: no se trata de ningún
Márquez, no piense usted bien.
Por lógica ganó uno, pero el familiar que
estuvo con el ganador, consiguió trabajo para su otro consanguíneo, el
opositor. Y todavía se aventó a decir que “había estado de espía con el otro
candidato, trabajando bajo el agua”.
Lo cual era lógico, pues dicho proceso
electoral fue en época de lluvias. ¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “Si vas en campaña, te llevo conmigo, / y te doy
trabajo, o una concesión”.