Desde el escritorio del Ing. Axel Trolle Tadeo.
En pasados días
en esta publicación y en otras de Tres Valles, se publicó la nota de la
graduación de alumnos del orgullo de este municipio, el plantel del CECYTEV que
dirige el Ing. Axel Trolle Tadeo, y se mencionó su discurso de despedida. Por
el tono del mismo, causó cierto asombro, pues no faltaron quienes esperaban
algo tradicionalista como “la vida es un barco que zarpa mar adentro”. No fue
así, sino que el director nos obsequió con un nuevo enfoque del joven de Tres
Valles y municipios adyacentes. Nos piden que lo reproduzcamos, y el amigo
maestro accedió a darlo a este medio. Helo aquí, para reflexionar.
“El pasado uno de julio nos tocó despedir a la 20ª
Generación de estudiantes del CECyTEV Tres Valles, para con ello cerrar un
ciclo importante en nuestro quehacer institucional. En mi intervención me
permití hacer una reflexión que escribí motivado más por mi papel de padre (mi
hijo se graduó en esta generación) que como resultado de mi labor como docente
o directivo. En virtud de que algunos amigos me han solicitado este escrito, he
realizado algunas modificaciones para poder darle una especie de formato para
este medio informativo, que si debiera ponerle título tendría que llamarse”:
“Carta a un hijo
de un padre desesperado”
Haciendo una breve reflexión de los enormes retos que
tienes en la actualidad sé que te traje
a un mundo que ha cambiado la forma en que los seres humanos nos relacionamos.
Uno de los aspectos que reconocemos de tu generación es que abrió como derecho
fundamental el acceso al Internet, pero también implantó enfermedades como el
estrés y la depresión que antes eran padecimientos de gente adulta. Como el
resto de los jóvenes, has sido seducido por la tecnología y las redes sociales.
Éstas los están “educando” de tal forma, que por una parte exigen a ultranza
privacidad, por lo que no me permites el
acceso a tus habitaciones para no violentar tu derecho a la intimidad, mientras
que por otra ingenuamente “abres” tu puertas de “par en par” a extraños
compartiendo fotografías e intimidades en el Facebook, o en Instagran. Ustedes
hijo, son un producto terminado de las redes sociales, con las cuales competimos y
las cuales nos están negando la posibilidad de educarlos. Estamos luchando con un enemigo muy poderoso
y parece que estamos perdiendo esa batalla. Por éso, en esta desesperación de nosotros como padres, les pedimos: no nos quiten la oportunidad de
educarles, permitan que seamos uno de
sus contactos reales y que nos dejen entrar a ese círculo de amistades tan
exclusivo y tan cerrado del que ustedes son parte. Están creciendo con una
enorme desconfianza hacia nosotros, a tal grado que en casa dejan sus celulares
con tres tipos de contraseñas: reconocimiento facial, por patrones y la clave
numérica, mientras en la calle confían en quien apenas conocen.
Muchos de ustedes festejan el haber llegado a este punto
de sus vidas, y olvidan que están aquí por la constancia y el esfuerzo de sus
padres, ya que en los momentos en que dijeron “no podemos”, nosotros confiamos
en ustedes y los llenamos de motivación para seguir adelante. Nosotros somos los
verdaderos aliados, no las redes sociales. No sigan buscando apoyo virtual
cuando tienen la disposición real de quien les enseñó sus primeros pasos y sus
primeras palabras.
No quiero con esto hacer una apología del desuso de las
redes sociales y de la tecnología, sólo quiero decirte: No cometas el mismo
error que yo cuando seas padre, jamás dejes a tu hijo en el silencio y la
compañía de extraños que apenas conoce, después será muy difícil dialogar con
él, y después de vivir 18 años juntos te darás cuenta que apenas se conocen.
Debo decirte con mucha tristeza que los jóvenes de la
actualidad son solitarios y poco solidarios, tienen miles de amigos
virtuales y muy pocos amigos reales que en los momentos difíciles les puedan
tomar el brazo para ayudarles a ponerse de pie cuando han caído. Tienen la
extraña capacidad para “hacer amigos” en otras latitudes del mundo pero les
cuesta mucho trabajo entablar una amistad con su vecino. Son una generación que
está creciendo acostumbrada a “platicar” con la barbilla pegada al pecho, con
las mejillas palidecidas por el reflejo de las luces del celular y con sus dedos pulgares
muy fortalecidos por el uso del “what’s app”. En cuanto a
su estado de ánimo, parece ser que éste depende de que en sus fotos tengan muchos “likes”
y de que en sus mensajes de whats app no
les dejen en “visto”. Son una generación
de continuas contradicciones: tienen una gran facilidad para buscar todo tipo
de información en internet, pero les cuesta mucho trabajo buscar su ropa del
uniforme. Han crecido con la idea de que la única información con validez es
aquella que está publicada en el Internet. Por ello la peor tragedia de la vida
de un joven es quedarse sin WiFi o sin Internet por unas horas. Casi han perdido su habilidad para imaginar,
todo lo expresan a través de “emoticons” y de “memes”.
Pareciera ser que su meta primordial en la vida es
parecerse a alguien diferente a sus padres, quieren ser igual o hablar igual
que el youtubers de moda, copian y reproducen modelos totalmente ajenos a
nuestra cultura. Es decir han abandonado la oportunidad de ser auténticos.
En síntesis representan a una generación donde lo más
importante no es el ser sino el parecer. Por
éso te reitero: lo que más importa en la vida es el ser.
En consecuencia no parezcan buenos hijos, sean buenos hijos, para hacer sentir
orgullosos a sus padres y podamos
presumir de nuestra obra.
No parezcan honestos, sean honestos, para que en un
futuro los hijos de ustedes agradezcan a Dios por tenerlos como padres.
Sean los mejores, porque tienen a los mejores padres,
sean los mejores porque estuvieron en una de las mejores escuelas, sean los mejores
porque tuvieron a los mejores maestros, y sean los mejores porque ustedes son
únicos e irrepetibles, porque son la obra maestra del creador.
Hoy descubrirás que puedo entenderte, pero no deseo que
me pidas que sea tu amigo, porque siempre voy a ser tu padre y a diferencia de
tus amigos jamás cambiará mi trato hacia ti. Estoy orgulloso de quien eres, y
de tus logros, solo te pido que me dejes estar cerca de ti.