La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
De los legisladores de
incubadora.
Por Manuel Ábrego.
Leí la noticia y no la creí, me puse a
limpiar mis lentes con un producto especial para parabrisas de transbordadores
espaciales. Y la noticia seguía ahí.
Hice que me practicaran análisis químicos
por si me hubiera quedado algún residuo de la sidra que me tomé en Año Nuevo. Y
releí la noticia que dice de las de acá que habrá prisión para aquellas mamás
que amamanten en público a sus retoños.
Como en esta columna no se admiten
traumas, enfrié la mente y llegué a algunas conclusiones. Una, los legisladores
de origen libanés están metiendo poco a poco ideas de corte islámico.
Dos, podría ser que una o más de las
compañías que fabrican biberones se hayan puesto a mano para vender más de sus
chupables productos, al precio de boicotear lo natural.
Tres, los legisladores que aprobaron esa
aberración son de incubadora. Me queda esperar en Dios que el buen Tarek Abdalá
Saad no haya votado a favor de esa animalada, que si votó, me voy a pitorrear
de todos los priístas que lo llevaron a la Cámara, empezando por nuestro
presidente municipal.
Como parece una idea de algún cardenal
mexicano despistado, tipo Sandoval o Norberto, me reiré también de los curas
que le bendicen a los políticos las manos con las que votan propuestas
irracionales.
Espero que las organizaciones de mujeres
ataquen de inmediato ese error y que no lleve la corrupta justicia a la cárcel
a ninguna mujer, sino imagínese que la parte acusadora solicite una
reconstrucción de los hechos.
De aquí a que prohíban a los boxeadores,
luchadores, albañiles, atletas, cargadores, y demás que anden con el torso
descubierto solo hay un paso, y los legisladores priístas son capaces de darlo.
Con su respectiva sanción, por supuesto. Incluso podrían multar a los rancheros
dueños de vacas impúdicas.
Y ya que de legisladores parlamos, más de
la mitad deben de ser nativos de provincia. En los chilangos quizá sea no
justificable, pero sí comprensible, ya que en Chilangolandia desde tiempo
inmemorial las mamacitas se tapan a la hora de alimentar al bebé.
Pero podemos asegurar que la mitad o más
de legisladores que son de la bella provincia fueron amamantados en público,
pues nuestras ancestrales bellezas provincianas tienen otro enfoque, y seguro
estoy que a ninguna la violaron por enseñar los lácteos envases a la hora de
amamantar.
Aquí recordamos un elogio que una mujer
le dirigió al Más Grande de los Maestros: “dichosos los pechos que te
amamantaron”. Si en esos días Poncio Pilatos o Herodes hubieran tenido a su
lado a los diputados tricolores que se ven en México, seguro que también
crucifican a esa mujer.
Así que cuídense, manifestantes que se
quitan la ropa para protestar, de seguro les dan cadena perpetua. ¡En la
torre!, dijo el buitre y siguió bailando, pero al ritmo de: “En la lactación,
qué cosas suceden, / qué cosas suceden, en la diputación”.
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