La piedra en el zapato,
azote de huleras y culebros.
Del tricolor en Tres
Valles.
Por Manuel Ábrego.
Antes de empezar esta breve, mi
agradecimiento al colega Guillermo Carballo Cano, único entre los reporteros de
este municipio que dedicó una nota al reciente incidente que tuve con el
dirigente municipal del PRI. Dios mediante, ya habré de corresponder la
atención en su periódico.
Asimismo, al periódico La Crónica de Tierra
Blanca, que publicó la nota en lugar sobresaliente. Por lo consiguiente, a mis
amigos regidores panistas Beto Ocampo Hernández y Jafet Hilario García.
No puedo decir lo mismo del equipo con el
que estoy alineado, pues aparte de que nunca se pelea con nadie, políticamente
no les conviene por ahora dar su apoyo a un servidor.
Si
alguna vez llega la hora de escoger entre ellos y otro partido, iré por el
otro. Ya si coincidimos, será que me vea obligado a apoyarles. Entremos en
materia.
El Partido Revolucionario Institucional en
este municipio ha tenido buenos gobernantes, de él han salido el resto de los
gobernantes, y entre los propios y los ajenos, no todos buenos, no todos malos,
pero éso sí, ninguno término medio.
En Tres Valles, de nueve alcaldes electos
que hemos tenido, ellos y ellas han militado en el PRI, si bien unos llegaron
vía PPS; PT y aliados; PRD y aliados; al final de ese grupo, PAN y un seudo
aliado, PANAL.
Recordamos a don Pedro Aguilar Ibáñez,
priísta de grata memoria; a Javier Ochoa Cortés, priísta simplemente. Ellos en
su momento, con pocos recursos adelantaron el progreso de Tres Valles. Aquí, al
igual que en todo el País, el tricolor fue necesario en su época.
Mucho hizo por la Nación, si bien nunca
dejó de alimentarse con sangre y con corrupción, y quizá sea ésa entre otras
causas que el Revolucionario sea ya inadecuado para nuestra Patria.
Hay un sector que lo quiere, es el que vive
de las gorras; las playeras; los artículos rojos que digan “PRI” y los
buscachambas. Familias de los muertos el sesenta y ocho en Tlaltelolco, a
principios de lo setentas en el Casco de Santo Tomás, en Ayotzinapa, en Tres
Valles, Tierra Blanca, lo han de pensar.
Incluso la cloaca que se destapó y dejo
difuntos cuando Felipe Calderón Hinojosa fue el presidente de la República, no
era de seis años, sino que fue de generaciones, bajo gobiernos tricolores, por
supuesto.
El activista Rubén Jaramillo y su familia
cuando López Mateos, estudiantes cuando Díaz Ordaz, más estudiantes cuando Luis
Echeverría, el periodista don Manuel Buendía cuando De Lamadrid, indígenas
cuando Salinas de Gortari, estudiantes guerrerenses cuando Peña Nieto. Y siga
usted con la cuenta.
No hemos escrito de los extintos en
Veracruz con gobiernos emanados del PRI, entre periodistas, guardianes del
orden, jóvenes, mujeres, cuyo único inconveniente fue no coincidir con las
fuerzas del orden cuando los atacaron, o de coincidir con las fuerzas del orden
cuando los agredieron.
Ese inconveniente no se le puede achacar al
PRI ni a nivel estatal o nacional, pero se resalta que fue durante la
administración priísta a cualquier nivel. Aquí en Tres Valles, estamos por
analizar. Pero existe el convencimiento de que en Veracruz y en Tres Valles merecemos un
respiro. Ya basta de PRI.
¡En la torre!, dijo el buitre y siguió
bailando, pero al ritmo de: “En junio me gustó pa’ que te vayas”.